Como era de esperar, para algunos, los de la Bahía de San Francisco se han proclamado campeones de la NBA barriendo, literalmente, a todos y cada uno de sus rivales en los playoff. Con un parcial de 16 victorias y tan sólo una derrota, precisamente antes los Cavs, fueron machacando uno a uno a todos sus rivales en los playoff. Primero Portland, después Utha y para finalizar los Spurs, no fueron rivales en la conferencia oeste aplastándolos con un contundente 4-0. La final, ya con un 3-0 en contra se le hizo muy cuesta arriba a unos Cavs de los que sólo tiraban Kyrie Irving y Lebrón James.... y....así no. Pese a todo consiguieron ganar un partido y albergar alguna esperanza de conseguir la remontada como hicieron el año pasado. Pero claro, los Warriors de la pasada temporada no eran los mismos, me explico, no estaba lesionado Curry, no expulsaron a Green pese a sus 4 técnicas de estas finales, y tampoco estaba Kevin Durant con un hambre de anillo increíble. Este último realizó unos partidos espectaculares llevándose con todo merecimiento el MVP de las finales, promediando más de 35p por partido. Sueño cumplido para Kevin que fichó por los Warriors precisamente para esto, ganar el anillo. Pero el mérito de estos Warriors no es sólo de Curry, Durant o Green, sino de ese banquillo que aportó unos puntos que se echaron en falta en los Cavs, como por ejemplo esos 20p de André Iguodala. Está demostrado que si en una barca reman todos siempre llegarán antes a la meta que si sólo rema uno ó dos, y ahí es donde entra el "coach" Steve Kerr, GRANDÍSIMO entrenador que lo ha pasado realmente mal por sus problemas en la espalda, pero que ha conseguido hacer un equipo prácticamente inexpugneble, unido y CAMPEÓN....GOLDEN STATE WARRIORS.